Los primeros vestigios arqueológicos de la cerveza datan del Neolítico, momento en el que el ser humano empezó a dominar las técnicas de la agricultura, hace más de 7000 años en Mesopotamia. Se considera que la cerveza nació en Oriente Medio, gracias a referencias históricas que indican que los sumerios producían una agradable bebida resultado de la fermentación de cereales. También hay vestigios que indican que, en la misma época, en China, se producía una bebida igualmente fermentada a partir de arroz, cerveza a la que se le daba un uso medicinal. A su vez, los egipcios exhibían pinturas murales con referencias a la cerveza, el primer pueblo que cultivó la cebada con la finalidad de producir cerveza, usándola como moneda de cambio comercial o como pago de salarios.

Durante la edad media el uso del lúpulo aportó el amargor, la frescura, el aroma y el sabor de la cerveza y, así, se intensificó el cultivo del lúpulo. El éxito de esta bebida era tal que muchas veces el consumo de la cerveza llegaba a ser superior al del agua.

Los monasterios también tuvieron un papel determinante en la producción de la cerveza. El estudio que los monjes le dedicaban a la búsqueda incesante de nuevos ingredientes que les permitiesen mejorar e intensificar el sabor dio lugar a una producción más elaborada que tuvo dos finalidades: demostrar hospitalidad con los peregrinos que pasaban y a los que ofrecían esta bebida, y un manjar para los monjes durante los periodos de ayuno. El éxito fue tal que la producción salió de entre las paredes de los monasterios y la cerveza empezó a producirse y comercializarse simultáneamente por monjes y cerveceros de oficio, a quienes se les imponían impuestos sobre los beneficios.

Más adelante, el desarrollo científico y tecnológico de los siglos XVIII y XIX catapultó la producción y el consumo de cerveza. Louis Pasteur descubrió la formula para la pasteurización, lo que permitió controlar y eliminar microorganismos patogénicos y el desarrollo del transporte llevó a la cerveza más allá de las fronteras.

La historia sirvió de inspiración para el desarrollo de centenas de cervezas por todo el mundo, muchas de ellas absorbidas por grandes grupos empresariales que hoy en día dominan el mercado cervecero. Aún así, movidos por el interés y la pasión por esta bebida, los pequeños productores siguen haciendo nacer centenas de cervezas artesanales para deleite de los demás. En el Museo de la Cerveza, el espacio está dedicado precisamente a las muchas cervezas artesanales portuguesas que aquí hacemos brillar y sobre todo… le damos a probar.